domingo, 28 de junio de 2020

LOS BULOS MACHISTAS



Jorge Saura
Por las redes sociales corren y se extienden algunas relatos y fabulaciones sin fundamento relacionados con el movimiento feminista; mejor dicho, contra el movimiento feminista. Los más habituales se refieren a la violencia machista y a la Ley 1/2004, conocida como Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género o más popularmente, LIVG.

Tres familias de bulos
Hay tres grupos de bulos: los que aseguran que hay un elevado número de denuncias falsas puestas por mujeres que fingen sufrir maltrato, los que afirman la existencia de un protocolo de arresto del varón que se activa en cuanto una mujer pone una denuncia y los que insisten en que un gran número de hombres permanecen encarcelados como resultado de una denuncia falsa.

Es muy fácil demostrar la inconsistencia de todos esos bulos. Comencemos por las denuncias falsas:
La Fiscalía admite que existen denuncias falsas, pero limita su cantidad a un 0,01%. Como es un dato oficial, los autores de los bulos no pueden decir que la Fiscalía miente, pues podrían meterse en un jardín y verse denunciados por calumnia, así que recurren a fabular un procedimiento de archivo tan complejo que ni ellos mismos consiguen explicar claramente, según el cual la mayoría de las denuncias falsas se archivan sin ser contabilizadas como tales. ¿Y dónde van entonces esas denuncias falsas que no se contabilizan como tales? ¿Se destruyen? No; según algunos bulos esas denuncias están registradas por el Consejo General del Poder Judicial, pero aseguran que existe una instrucción que prohíbe colgar en su web cualquier información sobre denuncias falsas puestas por mujeres. Como podrá imaginar el lector, esa instrucción, circular, exhorto o lo que sea jamás ha sido publicada por ninguna de las personas que afirman su existencia.

Luego están los bulos que afirman rotundamente la existencia en la LIVG de un protocolo de actuación policial que se activa en cuanto una mujer pone una denuncia por violencia. Según ese protocolo se arresta inmediatamente al varón y se inician los trámites para emitir una orden de alejamiento; así, sin juicio, sin investigación, sin tomar testimonio a nadie, ignorando la presunción de inocencia. Dicen los propagadores de bulos que la mera existencia de la LIVG es una amenaza para cualquier varón, pues basta la palabra de una mujer para arrestar a su pareja sin necesidad de hacer ninguna comprobación.

Ninguno de los fantaseadores que propagan estos disparates ha sido capaz de citar el título o artículo de la LIVG donde aparece dicho protocolo. Cuando en algún debate virtual alguien muestra dudas sobre la existencia del protocolo, el difusor de bulos suele enmudecer o contestar algo del tipo “yo no lo he visto escrito pero todo el mundo sabe que existe”. Si ese protocolo de arresto inmediato existiese ¿cómo podrían explicarse los casos de hombres que han asesinado a su pareja al enterarse de que les había denunciado por maltrato? 

Vayamos ahora al tercer grupo de bulos, el que asegura que existe un gran número de hombres encarcelados injustamente porque en su día fueron víctimas de una denuncia falsa. Al igual que los bulos de los otros dos grupos, es fácil demostrar su inconsistencia. En la cárcel se ingresa por dos motivos: porque se ha celebrado un juicio y el tribunal ha dictado sentencia de cárcel o porque un juez ha ordenado prisión preventiva antes de celebrarse el juicio. En ambos casos existe un auto de prisión provisional o una sentencia que certifica el encarcelamiento del acusado, pero ese documento jamás es exhibido en los foros y periódicos virtuales donde se asegura con rotundidad la existencia de presos varones víctimas de denuncias falsas. Si por alguna razón fuese difícil o imposible la publicación de la resolución judicial, siempre se podrían publicar noticias contrastadas sobre los encarcelamientos de varones falsamente acusados… si es que dichos encarcelamientos existen.

Pero ni en foros virtuales, ni en periódicos digitales ni en ninguna parte la rotunda afirmación de que existen cientos, tal vez miles de hombres encarcelados injustamente va acompañada de ningún documento que la apoye.

Otro bulo de aparición más reciente consiste en decir que en España existen 106 tribunales dedicados exclusivamente a juzgar varones. En esas fabulaciones se comparan esos “tribunales de hombres” –fotografías incluidas–   con los tribunales nazis dedicados en exclusiva a juzgar judíos. Al tratarse de un bulo, que habitualmente es impreciso, sorprende la concreción del número; todo se aclara cuando para demostrar la “veracidad” de la fabulación, alguno de sus autores incluye una lista de los 106 Juzgados de Violencia de Género que existen en España. Se trata simplemente de un torticero cambio de denominación: a los Juzgados de Violencia de Género los rebautizan como Juzgados de Hombres.

Objetivo de los bulos
Lo que se pretende con estos bulos es desacreditar la LIVG, presentándola por un lado como una ley represiva, fruto de la influencia que el feminismo radical está teniendo sobre todos los gobiernos, y por otro lado como una ley inútil puesto que no está solucionando el problema de la violencia “intrafamiliar” y se continúan asesinando mujeres. Al parecer esta ley molesta muchísimo a los partidarios de que las relaciones entre hombres y mujeres continúen siendo unas relaciones de clara supremacía masculina, tal y como eran hace cuarenta o cincuenta años.

Otra  finalidad de los bulos es el desvío de la atención que está recibiendo el elevado número de casos de violencia machista, tanto asesinatos como violaciones. Como la tozuda realidad es imposible de eludir y el aumento de asesinatos machistas y de violaciones es innegable, lo que hacen los autores de tergiversaciones y mentiras es intentar desviar la atención hacia una violencia femenina que, según ellos, no está recibiendo la atención mediática que merece y ello se debe a que hay una conspiración periodística que deliberadamente silencia los crímenes cometidos por mujeres. Otra consecuencia de la gran influencia que, según ellos, tiene el feminismo radical actual sobre políticos y periodistas.

Para conseguir ese desvío de atención los bulos magnifican todo lo posible casos reales de madres que asesinaron a sus hijos, sin importar si esos asesinatos se cometieron hace varios años o en otros países. Al insertar noticias en los comentarios que hacen en los foros de debate, no mencionan la fecha ni el lugar en que ocurrió el hecho; pero basta con pinchar en el titular de la noticia para ver la información completa y comprobar que el infanticidio a que se refiere el periódico ocurrió en Australia o en Perú  hace dos o tres años. Por desgracia este engaño resulta eficaz a pesar de su torpeza, pues son muy pocas las personas que leen la noticia completa; les basta con leer el titular para darse por informados.

La conclusión que tratan de difundir estos bulos es que la violencia no tiene género, que no existe la violencia machista ni feminista, sino la violencia en general y que las víctimas de la violencia son tanto mujeres como hombres, niños, ancianos o discapacitados. Al diseminar la violencia por todos los grupos sociales, de edad y de sexo se intenta ocultar la evidencia de que hay una violencia machista, con sus propias características, que parte de la superioridad física del varón y se apoya en una ancestral cultura de supremacía de los hombres sobre las mujeres. 

Origen de los bulos
Existe una gran cantidad de fuentes, tanto periódicos digitales como blogs personales, de las que los bulos toman su material, aunque es muy posible que las organizaciones que los gestionan sean muy pocas y que cada una de ellas tenga varios dominios. No parece que haya muchos “francotiradores” que hagan la guerra por su cuenta, pues los temas, el contenido e incluso la redacción de las frases que se reproducen en foros y publicaciones son prácticamente iguales. Da la impresión de que se trata de una estrategia organizada previamente.

Veamos una selección de las fuentes más habituales.
Actuall (https://www.actuall.com/) Es una revista digital de temática muy variada: homofobia, tergiversación histórica, defensa de la familia tradicional, violencia femenina, conspiraciones, etc. Depende de la organización ultracatólica Hazte Oír, aquellos de “los niños tienen pene, las niñas tienen vagina”. En sus páginas se ha defendido el rezo del rosario en familia, el rechazo de los anticonceptivos y se ha “descubierto” la promiscuidad y amoralidad de líderes como Martin Luther King o Che Guevara.
     
Mereces Saberlo (http://merecessaberlo.es/) Revista digital con contenidos limitados a la violencia de género, denuncias falsas, custodias compartidas, mujeres asesinas, etc. Contiene estadísticas manipuladas o con una interpretación tergiversada y un “manual del hombre denunciado e indefenso ante la ley de violencia de género”. También depende de Hazte Oír.

Lesbimatriarcado (https://lesbimatriarcado.wordpress.com/) Es un blog personal que recopila noticias extraídas de diferentes medios de todo el mundo. Se subtitula “noticias sobre violencia de género matriarcal” y creo que el subtítulo es lo bastante elocuente como para que no haga falta comentar nada más.

La tribuna de España (https://www.youtube.com/channel/UCisIqN_XqjXz92eJMnjvEmA) Es el medio más potente y de temática más diversa que he encontrado hasta ahora. Tiene una emisora de radio llamada La Voz de la Disidencia y un canal de vídeo en You Tube. La leyenda que hay en la entrada al canal de vídeo dice “Periodismo cristiano y patriota. Azote de la corrupción e insumiso con los poderosos”. Algunos de sus vídeos son de notable calidad, están bien editados y a una persona poco informada pueden resultar atrayentes. El enlace de más arriba es al canal de vídeo.

Los bulos y Goebbels
Aunque parezca difícil de creer, estos bulos están influyendo en la opinión de muchas personas. La idea de que la violencia no tiene género es fácil de transmitir porque se apoya en un hecho cierto –existen mujeres violentas, mujeres asesinas– que es convenientemente agrandado hasta hacer creer que existen muchos más casos de los que nos informan los medios. El niño Gabriel, asesinado por su madrastra o Maje, la “viuda negra” que se fingía discapacitada y que asesinó a su marido con ayuda de su amante, son casos que han tenido un amplio reflejo mediático; agrandados interesadamente crean la impresión de que hay más Majes y más Gabrieles de los que aparecen en la prensa y  en los telediarios, y de ellos no se sabe nada.

Algo más difícil es hacer creer que existe un elevado número de hombres encarcelados a causa de denuncias falsas de maltrato puestas por sus parejas, porque no hay casos reales que hayan aparecido en los medios. Pero puede conseguirse que se crea en su existencia si se repite el bulo con la suficiente insistencia. La idea de que existe una conspiración del Estado para ocultar que hay un acoso de malvadas mujeres contra hombre inocentes se puede inducir con facilidad si se repite lo suficiente. Los ejemplos sacados tanto de algunos casos reales como de Falcon Crest, Dinastía y otras populares series de televisión que se continúan reponiendo, en las que pérfidas mujeres se hacían con el control de negocios y propiedades a través de sucias intrigas, han calado lo suficiente en el inconsciente colectivo como para que su recuerdo sirva de abono a los bulos que intentan difundir la idea de la conspiración femenina.

Joseph Goebbels fue Ministro de Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich.  A él se atribuye la frase “una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad”. Dijese o no esas palabras, lo cierto es que las puso en práctica con reiteradas campañas de desprestigio contra judíos, marxistas y otros grupos a los que el gobierno nazi quería demonizar primero para que su eliminación posterior fuese socialmente aceptada. Y lo consiguió. Los propagadores de bulos que atacan y tratan de desprestigiar a las mujeres maltratadas, a las leyes que intentan protegerlas y en general al movimiento feminista están siguiendo la técnica Goebbels.


Pero la diferencia entre el Tercer Reich y nuestro país en la actualidad es que aquí y ahora los que emplean la técnica Goebbels no tienen a su disposición los recursos del Estado. Sean del tipo que sean todos los bulos comparten dos características: producen una primera impresión de sorpresa porque parecen contrarios a la lógica y son fáciles de desmontar. No caigamos en la trampa de creer algo que a primera vista parece difícil de creer, desconfiemos de lo que nos resulta chocante, sobre todo cuando no viene acompañado de ninguna prueba documental o testimonial que sirva de apoyo. Y sobre todo, no difundamos nada que nos despierte desconfianza. Los autores de bulos que intentan propagar el odio hacia las mujeres no disponen de los medios con que contaba Goebbels y somos nosotros, con el boca a boca, casi el único medio de que disponen para propagar sus mentiras.  

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