Jorge Saura
Por las redes sociales
corren y se extienden algunas relatos y fabulaciones sin fundamento relacionados
con el movimiento feminista; mejor dicho, contra el movimiento feminista. Los
más habituales se refieren a la violencia machista y a la Ley 1/2004, conocida
como Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de
Género o más popularmente, LIVG.
Tres
familias de bulos
Hay tres grupos de bulos:
los que aseguran que hay un elevado número de denuncias falsas puestas por
mujeres que fingen sufrir maltrato, los que afirman la existencia de un
protocolo de arresto del varón que se activa en cuanto una mujer pone una
denuncia y los que insisten en que un gran número de hombres permanecen
encarcelados como resultado de una denuncia falsa.
Es muy fácil demostrar la
inconsistencia de todos esos bulos. Comencemos por las denuncias falsas:
La Fiscalía admite que
existen denuncias falsas, pero limita su cantidad a un 0,01%. Como es un dato
oficial, los autores de los bulos no pueden decir que la Fiscalía miente, pues podrían
meterse en un jardín y verse denunciados por calumnia, así que recurren a
fabular un procedimiento de archivo tan complejo que ni ellos mismos consiguen
explicar claramente, según el cual la mayoría de las denuncias falsas se
archivan sin ser contabilizadas como tales. ¿Y dónde van entonces esas
denuncias falsas que no se contabilizan como tales? ¿Se destruyen? No; según
algunos bulos esas denuncias están registradas por el Consejo General del Poder
Judicial, pero aseguran que existe una instrucción que prohíbe colgar en su web
cualquier información sobre denuncias falsas puestas por mujeres. Como podrá
imaginar el lector, esa instrucción, circular, exhorto o lo que sea jamás ha
sido publicada por ninguna de las personas que afirman su existencia.
Luego están los bulos que
afirman rotundamente la existencia en la LIVG de un protocolo de actuación policial
que se activa en cuanto una mujer pone una denuncia por violencia. Según ese
protocolo se arresta inmediatamente al varón y se inician los trámites para
emitir una orden de alejamiento; así, sin juicio, sin investigación, sin tomar
testimonio a nadie, ignorando la presunción de inocencia. Dicen los
propagadores de bulos que la mera existencia de la LIVG es una amenaza para
cualquier varón, pues basta la palabra de una mujer para arrestar a su pareja
sin necesidad de hacer ninguna comprobación.
Ninguno de los
fantaseadores que propagan estos disparates ha sido capaz de citar el título o
artículo de la LIVG donde aparece dicho protocolo. Cuando en algún debate
virtual alguien muestra dudas sobre la existencia del protocolo, el difusor de
bulos suele enmudecer o contestar algo del tipo “yo no lo he visto escrito pero
todo el mundo sabe que existe”. Si ese protocolo de arresto inmediato existiese
¿cómo podrían explicarse los casos de hombres que han asesinado a su pareja al
enterarse de que les había denunciado por maltrato?
Vayamos ahora al tercer
grupo de bulos, el que asegura que existe un gran número de hombres
encarcelados injustamente porque en su día fueron víctimas de una denuncia
falsa. Al igual que los bulos de los otros dos grupos, es fácil demostrar su
inconsistencia. En la cárcel se ingresa por dos motivos: porque se ha celebrado
un juicio y el tribunal ha dictado sentencia de cárcel o porque un juez ha
ordenado prisión preventiva antes de celebrarse el juicio. En ambos casos
existe un auto de prisión provisional o una sentencia que certifica el
encarcelamiento del acusado, pero ese documento jamás es exhibido en los foros
y periódicos virtuales donde se asegura con rotundidad la existencia de presos
varones víctimas de denuncias falsas. Si por alguna razón fuese difícil o
imposible la publicación de la resolución judicial, siempre se podrían publicar
noticias contrastadas sobre los encarcelamientos de varones falsamente
acusados… si es que dichos encarcelamientos existen.
Pero ni en foros
virtuales, ni en periódicos digitales ni en ninguna parte la rotunda afirmación
de que existen cientos, tal vez miles de hombres encarcelados injustamente va
acompañada de ningún documento que la apoye.
Otro bulo de aparición
más reciente consiste en decir que en España existen 106 tribunales dedicados
exclusivamente a juzgar varones. En esas fabulaciones se comparan esos “tribunales
de hombres” –fotografías incluidas– con los tribunales nazis dedicados en exclusiva
a juzgar judíos. Al tratarse de un bulo, que habitualmente es impreciso,
sorprende la concreción del número; todo se aclara cuando para demostrar la
“veracidad” de la fabulación, alguno de sus autores incluye una lista de los
106 Juzgados de Violencia de Género que existen en España. Se trata simplemente
de un torticero cambio de denominación: a los Juzgados de Violencia de Género
los rebautizan como Juzgados de Hombres.
Objetivo
de los bulos
Lo que se pretende con
estos bulos es desacreditar la LIVG, presentándola por un lado como una ley
represiva, fruto de la influencia que el feminismo radical está teniendo sobre
todos los gobiernos, y por otro lado como una ley inútil puesto que no está
solucionando el problema de la violencia “intrafamiliar” y se continúan
asesinando mujeres. Al parecer esta ley molesta muchísimo a los partidarios de
que las relaciones entre hombres y mujeres continúen siendo unas relaciones de
clara supremacía masculina, tal y como eran hace cuarenta o cincuenta años.
Otra finalidad de los bulos es el desvío de la
atención que está recibiendo el elevado número de casos de violencia machista,
tanto asesinatos como violaciones. Como la tozuda realidad es imposible de
eludir y el aumento de asesinatos machistas y de violaciones es innegable, lo
que hacen los autores de tergiversaciones y mentiras es intentar desviar la
atención hacia una violencia femenina que, según ellos, no está recibiendo la
atención mediática que merece y ello se debe a que hay una conspiración
periodística que deliberadamente silencia los crímenes cometidos por mujeres.
Otra consecuencia de la gran influencia que, según ellos, tiene el feminismo
radical actual sobre políticos y periodistas.
Para conseguir ese desvío
de atención los bulos magnifican todo lo posible casos reales de madres que
asesinaron a sus hijos, sin importar si esos asesinatos se cometieron hace
varios años o en otros países. Al insertar noticias en los comentarios que
hacen en los foros de debate, no mencionan la fecha ni el lugar en que ocurrió
el hecho; pero basta con pinchar en el titular de la noticia para ver la
información completa y comprobar que el infanticidio a que se refiere el
periódico ocurrió en Australia o en Perú
hace dos o tres años. Por desgracia este engaño resulta eficaz a pesar
de su torpeza, pues son muy pocas las personas que leen la noticia completa;
les basta con leer el titular para darse por informados.
La conclusión que tratan
de difundir estos bulos es que la violencia no tiene género, que no existe la
violencia machista ni feminista, sino la violencia en general y que las
víctimas de la violencia son tanto mujeres como hombres, niños, ancianos o
discapacitados. Al diseminar la violencia por todos los grupos sociales, de
edad y de sexo se intenta ocultar la evidencia de que hay una violencia
machista, con sus propias características, que parte de la superioridad física
del varón y se apoya en una ancestral cultura de supremacía de los hombres
sobre las mujeres.
Origen
de los bulos
Existe una gran cantidad
de fuentes, tanto periódicos digitales como blogs personales, de las que los
bulos toman su material, aunque es muy posible que las organizaciones que los
gestionan sean muy pocas y que cada una de ellas tenga varios dominios. No
parece que haya muchos “francotiradores” que hagan la guerra por su cuenta,
pues los temas, el contenido e incluso la redacción de las frases que se
reproducen en foros y publicaciones son prácticamente iguales. Da la impresión
de que se trata de una estrategia organizada previamente.
Veamos una selección de
las fuentes más habituales.
Actuall (https://www.actuall.com/) Es una revista digital
de temática muy variada: homofobia, tergiversación histórica, defensa de la
familia tradicional, violencia femenina, conspiraciones, etc. Depende de la
organización ultracatólica Hazte Oír, aquellos de “los niños tienen pene, las
niñas tienen vagina”. En sus páginas se ha defendido el rezo del rosario en
familia, el rechazo de los anticonceptivos y se ha “descubierto” la
promiscuidad y amoralidad de líderes como Martin Luther King o Che Guevara.
Mereces
Saberlo
(http://merecessaberlo.es/)
Revista
digital con contenidos limitados a la violencia de género, denuncias falsas,
custodias compartidas, mujeres asesinas, etc. Contiene estadísticas manipuladas
o con una interpretación tergiversada y un “manual del hombre denunciado e
indefenso ante la ley de violencia de género”. También depende de Hazte Oír.
Lesbimatriarcado (https://lesbimatriarcado.wordpress.com/) Es un blog personal que
recopila noticias extraídas de diferentes medios de todo el mundo. Se subtitula
“noticias sobre violencia de género matriarcal” y creo que el subtítulo es lo
bastante elocuente como para que no haga falta comentar nada más.
La
tribuna de España
(https://www.youtube.com/channel/UCisIqN_XqjXz92eJMnjvEmA) Es el medio más potente
y de temática más diversa que he encontrado hasta ahora. Tiene una emisora de
radio llamada La Voz de la Disidencia y un canal de vídeo en You Tube. La
leyenda que hay en la entrada al canal de vídeo dice “Periodismo cristiano y
patriota. Azote de la corrupción e insumiso con los poderosos”. Algunos de sus
vídeos son de notable calidad, están bien editados y a una persona poco
informada pueden resultar atrayentes. El enlace de más arriba es al canal de
vídeo.
Los
bulos y Goebbels
Aunque parezca difícil de
creer, estos bulos están influyendo en la opinión de muchas personas. La idea
de que la violencia no tiene género es fácil de transmitir porque se apoya en
un hecho cierto –existen mujeres violentas, mujeres asesinas– que es
convenientemente agrandado hasta hacer creer que existen muchos más casos de
los que nos informan los medios. El niño Gabriel, asesinado por su madrastra o
Maje, la “viuda negra” que se fingía discapacitada y que asesinó a su marido
con ayuda de su amante, son casos que han tenido un amplio reflejo mediático;
agrandados interesadamente crean la impresión de que hay más Majes y más
Gabrieles de los que aparecen en la prensa y
en los telediarios, y de ellos no se sabe nada.
Algo más difícil es hacer
creer que existe un elevado número de hombres encarcelados a causa de denuncias
falsas de maltrato puestas por sus parejas, porque no hay casos reales que
hayan aparecido en los medios. Pero puede conseguirse que se crea en su
existencia si se repite el bulo con la suficiente insistencia. La idea de que
existe una conspiración del Estado para ocultar que hay un acoso de malvadas
mujeres contra hombre inocentes se puede inducir con facilidad si se repite lo
suficiente. Los ejemplos sacados tanto de algunos casos reales como de Falcon Crest, Dinastía y otras populares series de televisión que se continúan
reponiendo, en las que pérfidas mujeres se hacían con el control de negocios y
propiedades a través de sucias intrigas, han calado lo suficiente en el
inconsciente colectivo como para que su recuerdo sirva de abono a los bulos que
intentan difundir la idea de la conspiración femenina.
Joseph Goebbels fue
Ministro de Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich. A él se atribuye la frase “una mentira
repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad”. Dijese o no esas palabras,
lo cierto es que las puso en práctica con reiteradas campañas de desprestigio
contra judíos, marxistas y otros grupos a los que el gobierno nazi quería
demonizar primero para que su eliminación posterior fuese socialmente aceptada.
Y lo consiguió. Los propagadores de bulos que atacan y tratan de desprestigiar
a las mujeres maltratadas, a las leyes que intentan protegerlas y en general al
movimiento feminista están siguiendo la técnica Goebbels.
Pero la diferencia entre
el Tercer Reich y nuestro país en la actualidad es que aquí y ahora los que
emplean la técnica Goebbels no tienen a su disposición los recursos del Estado.
Sean del tipo que sean todos los bulos comparten dos características: producen
una primera impresión de sorpresa porque parecen contrarios a la lógica y son
fáciles de desmontar. No caigamos en la trampa de creer algo que a primera
vista parece difícil de creer, desconfiemos de lo que nos resulta chocante,
sobre todo cuando no viene acompañado de ninguna prueba documental o
testimonial que sirva de apoyo. Y sobre todo, no difundamos nada que nos
despierte desconfianza. Los autores de bulos que intentan propagar el odio
hacia las mujeres no disponen de los medios con que contaba Goebbels y somos
nosotros, con el boca a boca, casi el único medio de que disponen para propagar
sus mentiras.